La muerte de Steve Jobs ha provocado multitud de reacciones de homenaje y admiración en todo el planeta.

El hombre se convirtió en personaje, en icono, en sinónimo de una de las compañías tecnológicas más veteranas y poderosas del mundo destacando su visión de futuro y de gestión empresarial.

En palabras del propio presidente de EEUU, Barak Obama, Steve Jobs fue "lo suficientemente valiente para pensar de modo diferente, lo suficientemente osado para creer que podría cambiar el mundo y con el talento necesario para conseguirlo".

No solo eso, parece que incluso antes de fallecer Steve Jobs dejó claros planes para los nuevos iPods, iPhones y iPads, además de supervisar el proyecto para construir una nueva sede central de Apple con caracter y estética futurista tan grande como para dar cabida a 12.000 empleados en Cupertino, California (cerca de la sede actual). 

No obstante, y a pesar de haber creado productos estéticamente muy bonitos, deseables y extremadamente fáciles de usar, su forma de ser y su obra han sido también criticadas en varias ocasiones.
Podemos destacar por ejemplo las argumentaciones de que los productos de Apple pueden ser más bonitos y atractivos, pero a menudo son realmente más caros y carecen de algunas funciones que otros de la competencia tienen, o por ejemplo el control absoluto de hardware, software y aplicaciones junto con la exclusivadad en la ejecución de programas cerrados y propietarios.